15 de marzo de 2006

Las cadenas de correo siempre son molestas

No se trata sólo de la llegada de spam, ni de su frecuencia,
ni de que cuando menos te lo esperas un amigo tuyo te ha
agregado a un listado de remitentes adjuntos que te envían
mensajes sin que les hayas dado motivo alguno para hacerlo.
El gran problema que encuentro es que son un medio privilegiado
por los autores para compartirnos sus prejuicios, esperando
su repetición por toda la red.

Me he encontrado de todo. Desde mensajes que apelan a
campañas humanitarias de dudosa existencia, hasta los chistes
sexistas que inundan la red. Nunca he visto un mensaje de
esos que hable de algo más que trivialidades o tomas de posición
respecto a la realidad con las que, casualmente o no, estoy en
desacuerdo.

Por ejemplo:

Un amigo cercano ha creído muy divertido reenviarme mensajes
que le llegan, consistentes particularmente en ataques al
candidato presidencial del izquierdista Partido de la Revolución
Democrática (PRD), consistentes en una serie de descalificaciones
y denuestos que, aún cuando fuera pertinente expresarlos, son
producto de plumas (o teclados) anónimos, ¡y esperan que yo a
su vez los reenvíe! Si hay tanto interés por parte de quienes
escriben dichos mensajes por expresar su punto de vista y ejercer
su derecho a la libertad de expresión, ¿por qué no lo hacen a
través de un blog, poniendo su firma correspondiente? Es
aburrido ver lo que opinan esos seres que se escudan en el
anonimato para lanzar ataques.

En otras ocasiones, ese mismo amigo me ha mandado una serie de
chsites, videos y más chistes que definen muy bien a quienes los
elaboran: sexistas, autodenigratorios o simplemente malos. Estoy
en contra de la censura: que escriban lo que quieran, y que los
lea quien así lo desee. Pero el que me envíen esos mensajes
contra mi voluntad no me deja otra opción más que ejercer mi
derecho a mandarlos a la papelera de la cuenta de correo.

Los filtros. Es la mejor opción en estos casos.

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