27 de marzo de 2010

Percepción personal sobre Puppy Linux

(Aclaro, es sólo una opinión, la percepción particular que tengo al
respecto; no trato de afirmar nada tajantemente ni mucho menos).

Pareciera que, aún cuando ejecutar (por medio de un live cd o desde una
memoria flash) o incluso instalar Puppy Linux es sumamente sencillo (sólo
hace falta seguir unos cuantos pasos para hacerlo), mantener un sistema
con la distribución canófila puede tornarse en una tarea compleja.
Actualizaciones, instalaciones o la propia búsqueda de información puede
precisar de más tiempo y esfuerzo que en otros proyectos, dado que aquí
nos encontramos con que la información no está concentrada en algunas
fuentes principales, sino que hay que recurrir a pesquisas en el foro.

A pesar de ésto, la comunidad de Puppy Linux es sumamente dedicada y de
fácil respuesta para las dudas expresadas en sus foros, así que de esa
medida se compensa un tanto los otros aspectos. Y, cabe aclarar, las
fallas en el funcionamiento de Puppy suelen ocurrir cuando se cuenta con
hardware que se sale un tanto de lo más común, así que es altamente
probable que el live cd que se descargue funcione a la primera en el
equipo de cualquiera.

Los programas incluidos en Puppy pueden realizar las tareas más
solicitadas por los usuarios, rivalizando con una imagen ISO de 100 Mb con
otros sistemas operativos con medios de instalación del tamaño de los DVD
y que ya en el disco duro ocupan decenas de Gbytes. Ese logro no es
menor, y por tanto quienes participan en dicho proyecto merecen una
felicitación.

He probado con éxito las versiones 4.3.1, 4.2.1 Retro, 3.0.1 y 214X-RC4.
Las dos primeras detectaron todo el hardware a la primera; la segunda sólo
precisó de la carga manual del módulo necesario para hacer andar la
tarjeta de sonido, y la última, dado a que está en fase de pruebas (se
trata de un intento de actualizar la añeja serie 2.x) presentó un ligero
inconveniente en la detección de la interfaz de red, que pudo ser salvado
de una manera fácil a final de cuentas.

Lo que me parece es que para usar Puppy se puede llegar a necesitar un
tanto de más dedicación que, digamos, Arch Linux, al paso del tiempo.
Quizás al comenzar el uso de Arch se exige suma atención para aprender
sobre el funcionamiento de su manejador de paquetes o sobre la
configuración del equipo, pero una vez que ya se tiene funcionando, sólo
basta con realizar actualizaciones periódicas y dar un vistazo a algún
aviso de los desarrolladores, pero pareciera (hablo sólo por mí) que ya no
hay que ocuparle tanto tiempo como al principio.

Con Puppy me parece que ocurre al contrario: mientras más se usa, más
tiempo le dedica el usuario al mantenimiento.

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