7 de marzo de 2010

Las despedidas de los escritores de bitácoras dados al drama

He visto que varios de los titulares de bitácoras dedicadas al intercambio
de bienes culturales (de música, vaya) pasan por un ciclo que comienza con
titubeos, pasa por una climática etapa de entusiasmo y termina por vencer
con el agotamiento a quienes a final de cuentas han encontrado actividades
más interesantes que la de poner disco tras disco para mantener contentos
a unos ociosos maniáticos de la música que no tienen llenadera.

Hay quien, al descubrirse un poco esclavizado por una actividad que ocupa
tanto tiempo como la de la distribución musical (actividad, que por otra
parte, han dejado abandonada las disqueras o discográficas, tan ocupadas
por demandar a quien se les ocurra), espera recibir alicientes por parte
de lo que suponen es su público, su fanaticada, y que no es sino ese grupo
de internautas adeptos a la obtención de música sin cesar.

(Aunque es posible que esto también ocurra en otro tipo de páginas de
internet. Lo de publicar texto es un pasatiempo demandante en verdad).

De tal manera, no falta el responsable de la bitácora de las canciones sin
fin que plantea durante decenas de entradas que, próximamente, habrá de
cesar la publicación de nuevos caprichos fonográficos a menos que reciba
muestras de afecto, de apoyo.

Nunca está de más agradecer a quien nos provee de entretenimiento
gratuito. Pero hay que admitirlo: si no es en ese sitio, hay otros cientos
semejantes en esa red que es como un campo sin cercas, según dicen
algunos.

Además, todavía queda ese otro recurso poco valorado en la actualidad, que
consiste en comprar música, que tiene la ventaja de volvernos más
selectivos en tanto nos invita a restringir en buena medida la cantidad de
archivos que ocupan nuestros ordenadores, teléfonos móviles y
reproductores de mp3 portátiles, ya saben, por la cuestión de que hay que
pagar por las canciones.

El llanto del administrador de la bitácora, según considero, está fuera de
lugar. Si se trata de cerrar la página porque ya no se tiene tiempo que
dedicarle, pues que el final llegue de una buena vez, sin tanto aviso. De
igual manera los que administran el servicio de hospedaje de tal sitio
pueden cerrarla sin previo aviso. Sólo basta un instante de decisión para
dar fin a tan agobiante carga.

Y si de lo que se trata es de atraer simpatías para sentirse querido, pues
hay opciones: la familia, parejas sentimentales, o incluso mascotas. La
ventaja de todos estos proveedores de arrumacos es que no necesariamente
precisan de que se escriba una bitácora para mantenerlos cercanos, y
además es probable que tengan pocos requerimientos en lo que al volumen de
su consumo musical se refiere.

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