11 de febrero de 2010

La audioteca digital

Desde que comencé a recopilar música en medios digitales, en las
diversas computadoras que he tenido, por alguna u otra razón me he visto
imposibilitado a mantener todos los archivos juntos, en un sólo
conjunto.

La única vez que los tuve juntos fue cuando tuve un disco duro de 80 Gb
que un día falló, dejándome de nueva cuenta con los mp3 de varios años
de antigüedad desperdigados en buena cantidad de discos compactos y, a
últimas fechas, en dvdés y en memorias USB.

Ahora que lo pienso, dicha dispersión me permite observar un aspecto,
quizás insignificante pero que no deja de parecerme interesante: puedo
ver como al paso de estos años he ido cambiando, si no de gustos
musicales, sí por lo menos de repertorio.

Me explico. Desde que tuve la manera de grabar mis archivos de manera
constante en discos, he tratado de mantenerlos bien etiquetados, con
fecha y toda la cosa. Al paso de los años, al revisar esos viejos discos
puedo notar cuáles eran las canciones particulares que llamaban mi
atención en tal o cual fecha. Dicha observación se presta para una
mirada arqueológica, si se quiere...

Desde 1998 he tenido en particular unos 5 o 6 repertorios que he
mantenido fijos por un tiempo, ya sea en la configuración de mis
computadoras de tal o cual momento, y al paso de los años, en varios
reproductores mp3 que conservo sin modificar en mucho en lo que a los
archivos se refiere.

Hacer la comparación entre tales conjuntos de canciones es como
observar, digamos, capas geológicas.

Uno va cambiando, y por lo menos tal transformación se puede notar en lo
que al fondo musical seleccionado se refiere.

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