22 de febrero de 2007

¿El futbol es mejor por televisión? Violencia en los estadios de México. Hugo Sánchez estúpido. Muerte en el Jalisco.

Desde hace muchos años ha habido violencia en estadios en México. El desinterés o la mera complicidad de autoridades, empresarios, medios de comunicación e incluso ex-jugadores irresponsables, ha permitido que se implante ese tipo de conducta en esos escenarios, y se hace parecer que las cosas han de "ser así", como si no hubiera otra forma.

No hay policías suficientes, y hay una impunidad atroz dentro y fuera de los escenarios deportivos. Cualquier pandillero se esconde entre sus compinches después de cometer cualquier felonía, dentro y fuera de los estadios.

Los medios se ponen esquizoides en este asunto. Por una parte, condenan los actos graves de violencia que ocurren ante las cámaras, en medio de las transmisiones, tildando de delincuentes a quienes los perpetran, pero están dispuestos a premiarlos con reconocimiento público al aire, calificándolos a conveniencia como "aficionados ejemplares" cuando así conviene. Pareciera que sólo les parece relevante mostrar a esos contingentes de jóvenes varones uniformados que saltan como locos durante dos horas, y eso no deja de ser sospechoso. Esa euforia desenfrenada, ¿es normal en un mero espectador? Esas hordas que remiten irremediablemente a grupos fundamentalistas o fascistas no pintan bien... ¿Cómo puede un grupo de gente dedicarse a viajar a tanta ciudad tiene estadio de futbol para apoyar a "su equipo" sin trabajar? ¿Cómo se costean sus gastos?

Hace algún tiempo, un diario mexicano refería que los integrantes de uno de esos grupos de aficionados estaba formado por delincuentes que operan en escuelas de educación media superior y superior de México. Los líderes de estas bandas delictivas
llevaban casualmente el mando de los grupos de animación, "porras" o "barras", y el pago dado a sus esbirros eran boletos y prebendas dentro de los estadios, y fuera de ellos. Los delitos cometidos eran el tráfico de drogas a pequeña escala, tráfico de armas, lenocinio, robo, extorsión e incluso asesinato. Tales bandas delincuenciales prosperan bajo el amparo o la omisión de las autoridades escolares en este caso, de todo tipo a gran escala. Que aficionados ejemplares.

Los empresarios futboleros tienen un gusto extraño por tener los estadios llenos de estos delincuentes con camisas deportivas. Les ha de parecer que las tribunas se ven bonitas, aunque estos personajes suelen no pagar por su entrada a los estadios. Y los espectadores que van a estos lugares sin gozar de la protección de la turba están en riesgo, sin duda. Pero a los empresarios no les importa. Hay cervecerías detrás de equipos de futbol, y televisoras. Cada quien vela por sus intereses, claro, sin importarles un ápice nada más.

Esos medios suelen hablar de la pasión como la conducta que ha de tener un aficionado "de verdad". Cualquier delincuente en busca de pretextos para atacar entiende, a raíz de una educación nula, que eso es sinónimo de violencia hacia los aficionados de otros equipos. Pero no caen en cuenta por tanta manipulación que no son más que espectadores, y son manipulables por el poder. "Pasión" significa inacción, inmovilidad, pasividad.

Y esos irresponsables que aseguran que la violencia es un problema traído por los sudamericanos: prefieren crear ese señuelo para distraer a los ignorantes, sin que les importe el impulsar la xenofobia por un precio tan barato. Nada justifica la xenofobia. Esas voces son lss mismss que proclaman a todo volumen que el futbol es sinónimo de nación, y es lo más importante del mundo. Ese exfutbolista engreído e ignorante que cautiva a sus iguales, Hugo Sánchez, se atrevió incluso a decir que había que "morir" por la camiseta del equipo de futbol de la liga mexicana; no es de extrañar que haya quien le crea.

Hoy se mató, o fue asesinado, un pobre diablo que fue al "Estadio Jalisco" de Guadalajara, dejando sin duda dolor y tristeza entre su familia, y sirviendo como un ejemplo de lo que el poder es capaz de hacer en cuestiones de seguridad en un espectáculo. Este acto servirá para que en los medios se reproduzca la mitad del discurso esquizoide, sin duda, para que todo siga como está. Eso si es pasión...

El futbol es un simple espectáculo, no vale más que eso. Uno se sienta a ver a otros tipos compitiendo, mientras se intoxica gastando unos pesos que hacen más poderosos a los cerveceros y los empresarios de la televisión, y a cambio de eso, si se está en los escenarios, se está a expensas de un grupo de delincuentes que van en grupos de más de cien. ¡Váyanse al demonio! Yo no vuelvo a ir a un estadio deportivo. Es la forma más insignificante y miserable de arriesgar la vida, pues vaya...

¿Quién ha visto que los espectadores de una película, obra de teatro o función de circo se pongan a pelear porque le van al payaso o al domador, al galán o al villano, y que esto se vea como normalidad?

Hay que estar así de manipulado, la verdad...

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