28 de febrero de 2007

Bueno, esta mál que generalice. Radioactivo tuvo buenos programas, me ofusqué

Y el Warpig hace comentarios sensatos y alivianados, sin poses.
Léanlo aquí y óiganlo acá.

Además de que, cuando era jovencillo, escuchaba a Martín Hernández y sus promos con singular alegría, no lo puedo negar.

Me acuerdo en especial de ese par de promocionales seriados que realizó, el primero en WFM y el siguiente en Radioactivo. Trataban de un par de promociones ficticias, que premiaban la participación de los espectadores con mandarte primero, y cito textual, "a chingar a tu madre", mientras que en el otro te enviaban "a la verga".

Como tendrá a bien suponer cualquier lector que conozca el caló mexicano, dichas viñetas promocionales no eran transmitidas en la programación habitual de ninguna de las dos estaciones que menciono. Es estricta la legislación en México acerca del uso de ese tipo de vocabulario en las transmisiones de radio y televisión. Lo que se festejaba era la osadía de producir siquiera tal material en una radio mojigata y represora (así es la radio en México, la que se sintoniza abiertamente). Dichos promocionales eran transmitidos en alguna ocasión especial, y propiciaban que los límites de la censura se expandieran un tanto más.

La censura, sin embargo, pasa por más que prohibir el habla "fuerte". Es sabido que se impide en los medios el trato de ciertos temas, de acuerdo a los pareceres de los dueños de los medios. A veces, se trata con mayor laxitud a los radioastas y lo que dicen, en otras hay un control férreo, y esto cambia constantemente.

El quiebre de la censura pasa por la supresión del poder ilimitado de los empresarios de los medios de comunicación y del propio Estado.

Hay un medio que se puede sustraer a esa relación de poder: es el Internet. Y no es que asegure que la lectura de blogs, por ejemplo, compita en audiencia con la radio o la tv, pero es claro que aquí no hay un control de parte de autoridad alguna que censure previamente los contenidos a publicar -que conste que no estoy a favor de que cualquiera haga lo que le venga en gana, difame, o delinca; se puede tener mayor libertad en cuanto a lenguaje y contenido, eso creo.

Todo esto viene a cuento con los blogs que vi de un par de locutores de una estación de radio, que escriben blogs empleando su vocabulario cotidiano, lleno de palabras como las de los promocionales que recordé. Se escabullen de la censura del vocabulario, pero nada más.

Comentarios superficiales. Como los míos. Je.

Me gustaría ver más ejemplos de la lucha contra el lenguaje en los contenidos.

Hay que ponerse a buscar, ¿no lo creen?

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